IMÁGENES QUE SOLUCIONAN UNA LLAVE A TU AUTÉNTICA ESENCIA
Desde nuestras experiencias más tempranas hemos interpretado
la realidad a través de la persona que nos cuidó, aquella con la que
establecimos ese vinculo primario, normalmente la madre u otra persona en su
defecto.
Muchas de las cosas que pudieron vivirse no fueron nombradas
y eso significa que en esa etapa, lo que no es nombrado queda relegado en la
sombra, y todos los “no dichos” ocupan un espacio lleno de incomprensión y
vacío, dónde sólo lo que fue nombrado es lo que quedará como REAL.
Muchas veces esa realidad es INCONGRUENTE, generando
conflictos internos y desequilibrios emocionales tomando como cierto SÓLO LO QUE FUE NOMBRADO, la conciencia recuerda
lo que es nombrado.
Por ejemplo: el adulto
(madre o cuidador/a) nombra cómo somos, normalmente suele ser una proyección de
sí mismo, diciendo que es: demandante, caprichoso, llorón, exigente, tímido,
cabeza dura…pero ¿realmente es verdad?
Para la madre si, porque todo depende desde qué punto de vista observemos, desde el
punto de vista del niño, el simplemente llora porque reclama compañía, pero los
adultos interpretamos que llora más de lo que nuestra paciencia puede tolerar,
entonces decimos: que es llorón y caprichoso.
Quizás el niño necesita ser comprendido y atendido, acunado
y tomado en brazos, pero el adulto tergiversa “eso que le pasa” opinando que es
un niño demasiado insistente, eso que le pasa es nombrado desde la
interpretación de lo que le sucede al adulto, que en realidad puede que sea que
no puede sostener ni amparar las demandas de un ser que lo que posiblemente
necesita es estar en contacto.
Y así nos ganamos las etiquetas de: eres cabezón, exigente,
inconformista, no tienes bastante, impaciente, éstos serán los titulares nombrados
por las personas mayores.
Es importante tener en cuenta que para la conciencia es más
importante lo que se nombra que lo que sucede, por lo que, AQUELLO QUE REALMENTE SUCEDE PODEMOS NO RECORDARLO,
y algo que no sucedió como alguien si lo nombró, la conciencia lo organiza como
un recuerdo FEHACIENTE.
Parece extraño, pero así funcionamos, de hecho, muchas
experiencias reales que nos han acontecido en nuestra infancia NO HAN SIDO NOMBRADAS, por lo tanto, para la
conciencia NO EXISTEN.
Es una interpretación de la situación pero NO REFLEJA TODA LA VERDAD.
Un discurso interno que quedará fijado con la imagen que
tenemos sobre nosotros mismos.
He aquí otro ejemplo: Imaginemos que de pequeños nuestra
madre tenia que cuidar de su propia madre enferma, y en esa realidad yo y mis
hermanos menores hemos decidido cuidar de nuestra madre y de nuestros hermanos
menores, porque la madre le da prioridad al cuidado de su madre enferma.
En nuestros recuerdos conscientes sabemos lo buenos que
éramos y que fuimos niños ejemplares, nos acordamos con lujo de detalles de lo
que le ocurría a mamá, pero curiosamente nuestra madre no sabía nada de
nosotros, ni de nuestros sufrimientos acaecidos cuándo éramos niños, nadie
nombra la realidad emocional tal cual fue, que también estaba llena de
carencias o necesidades no satisfechas, ni de la sensación de no ser
merecedores de cuidados, cosa que luego hemos arrastrado a lo largo de nuestra
vida.
A partir de aquí nuestra IDENTIDAD
toma forma, y nos identificamos con aquello que fue nombrado, interpretando
desde el punto de vista PRESTADO y ese DISCURSO conformará nuestra REALIDAD convirtiéndonos en la niña/o bueno,
especial, travieso/a, tímido-a, sensible, valiente, caballero, lo positivo y
negativo que el personaje encarna, pero nunca supimos como fue ese niño en
esencia y pasarán los años, creceremos y tendremos poco registro interior mas que
el de nuestro personaje asignado.
Se trata de un ENTRAMADO
FAMILIAR y aquí todas las percepciones son inconscientes.
Si a mi me ha tocado ser el SALVADOR
de mamá, es porque mamá es la más enferma y necesitada por todos, creyendo que
soy el que sabe ayudar, creceré ayudando y resolviendo los problemas de todo el
mundo, pero sin ningún registro de necesidades personales, ¿eso está mal? Si
tengo 3, 6 o 9 años SI, porque nadie nombra
mis necesidades infantiles y a partir de ese mismo instante me perdí de mi
mismo, porque no tuve acceso al apoyo o al acompañamiento para transitar los
obstáculos propios de mi niñez, de los cuales no tuve ningún registro, y si
tengo registro de lo que me pasa interiormente NO
SE QUIEN SOY, por lo tanto estoy desconectado de mi ESENCIA.
Creeremos que “somos eso” que sucede en una trama familiar, por ello LAS
CONSTELACIONES FAMILIARES, SON IMÁGENES QUE SOLUCIONAN
Biografia: El poder del discurso materno, Laura Gutman